jueves, 28 de junio de 2012

Precisamente en Albi...

Veo en las noticias que han trincado a dos etarras en Albi (pronúnciese Albí), con sus pistolitas y avíos de matar -ellos que no hacen más que decir que quieren dejarlo... ¡ja!-. Hace unos años estuve, en buena compañía, de viaje por Occitania, y además de Toulousse y Carcasonne, visitamos Albi, la ciudad que allá por el siglo XIII fue la cuna de la herejía albigense, la de los cátaros, que estremeció al cristianismo y precisó de un gran esfuerzo militar y la declaración de cruzada para ser sofocada. Albi es una de esas ciudades con verdadero encanto, que te impresiona desde lejos al contemplar cómo su imponente catedral se yergue majestuosa sobre el caserío. Sus calles conservan el trazado y la fábrica medieval y es una verdadera gozada pasear por ellas sin rumbo, como hicimos nosotros, empapándonos de su ambiente evocador, del sabor de los siglos.
            Y uno lamenta que precisamente en una ciudad tan bella tengan que merodear las ratas etarras. ¿Es que ya no se conforman con San Juan de Luz y Bayona?, ¿es que tienen que podrir hasta el suelo más estimado por tanta gente? ¡Fuera de Albi, canallas!, ¡fuera de Francia!, ¡fuera del mundo! Ojalá acaben tan borrados como los cátaros... Vamos, como resulte que también están en Carcasonne, lo único que les deseo, aparte por supuesto que los cacen, es que pasen allí el mismo calor bochornoso que sufrimos nosotros, ¿verdad, amigos?

1 comentario:

  1. Como dijo el venerable abad de Citeaux, Arnauld Amaury durante el sitio a la ciudad de Béziers en julio de 1209, en plena cruzada albigense: "Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos"

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