miércoles, 30 de noviembre de 2011

Descubriendo a Wagner

Hace unos días tuve la suerte -previo paso por taquilla, eso sí- de asistir al Maestranza a escuchar y ver "La Valquiria", una de las monumentales óperas de Richard Wagner. Nunca he sido aficionado a la ópera, de hecho mis gustos musicales se decantan más por el mundo sinfónico y la música antigua, por lo que de Wagner sólo conocía sus piezas más célebres. Pero salí del teatro con la sensación de haber descubierto a un compositor excepcional. Genial la partitura; no se me ocurre otra calificación. Porque el alemán es uno de esos músicos con sobrado genio para sacarle a orquesta y cantores riquísimos matices en una línea de alta exigencia. Sencillamente, me impresionó, y eso que he de reconocer que por momentos se me hizo la obra algo larga. Con deciros que duró en total cinco horas o que uno de los intérpretes se tira treinta y cinco minutos cantando él solito, ya os podéis hacer una idea de la exigencia de esta ópera.
            Y tengo que resaltar también la puesta en escena, a cargo de "La Fura dels Baus". Sin decorado, con sólo una pantalla al fondo en el que se proyectaban continuamente imágenes un tanto oníricas que acompañaban en un alarde de simbolismo el argumento de la ópera, haciéndolo mucho más comprensible. Yo soy más de decorado de cartón piedra, a la manera tradicional, pero a cada cosa lo suyo. Y para esta obra, basada en la mitología germánica, la videoproyección fue todo un acierto. Aparte del espéctaculo visual que creó el grupo catalán, con empleo de grúas, estructuras y personas colgadas, etc., con momentos realmente culminantes, como la muerte de Segismundo, la famosa cabalgata de las valquirias, o el círculo de fuego que al final de la obra protege el sueño de Brunilda.

            Gracias, herr Wagner, por permitirme conocerle más a fondo, y además de una forma que estoy seguro le habría impresionado a usted también.          

lunes, 21 de noviembre de 2011

Por no decir la verdad

Hoy, al calor de la resaca electoral, y sin que sirva de precedente, me apoyaré en la política para llegar a una reflexión.
            Empecemos por hacer memoria. Tras el brutal atentado de Atocha el 11 de marzo de 2004, y ante la pésima gestión que de su información hizo el Gobierno de Aznar, el PSOE puso en marcha una eficaz campaña basada en una idea que difundieron con contundencia: el Gobierno estaba mintiendo y merecíamos un Gobierno que no nos mintiese. ¿Recordáis aquello? Resultado: en sólo tres días consiguieron dar la vuelta a las encuestas y Zapatero ganó sus primeras elecciones. Dicen, y yo me lo creo, que fue Rubalcaba el inspirador de aquella "gesta".
            Año 2008. Zapatero ha sido reelegido cuando empieza a sobrevolar sobre nosotros el fantasma de una crisis económica de funestas consecuencias. En otros países se empiezan a tomar medidas, que a la larga han comenzado a dar resultados. ¿Qué hace nuestro Gobierno? Olvidar que no se debe mentir y negar la existencia de esa crisis. Se habla, todo lo más, de "desaceleración en el crecimiento de la economía". ¿Recordáis también aquello? Rubalcaba, miembro del Gobierno, olvidó lo de "un Gobierno que no nos mienta" y más bien debió pensar, como Goebbels, que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad. Y nada, a seguir chupando de la teta mientras dé leche, españoles, que si alguna vez deja de dar ya nos la regalará la vaca ésa alemana. Pero, ¡pobres  ilusos! no se dieron cuenta de que se puede engañar a un paniaguado, a un subvencionado, incluso a algún politiquillo de medio pelo,... ¡Pero jamás a los bolsillos! Y el resto ya lo conocéis: medidas inútiles (llámese Plan E), no sé qué de falsos brotes verdes, y casi cinco millones de parados... Resultado: el PSOE fulminado en las elecciones de ayer.
            Y uno se pregunta: ¿tan malo es decir la verdad en política? Porque, ¿qué hubiera pasado si en 2008 Zapatero se hubiera dirigido a todos nosotros más o menos en estos términos: "tenemos encima una grave crisis económica de la que tendremos que salir con sacrificios; el Gobierno hará cuanto esté en su mano, pero pido a todos comprensión y altura de miras"? Pues no sé qué hubiera pasado, pero probablemente nos hubiera ido algo mejor y, sobre todo, el Gobierno no habría mentido. Pero nada, optaron por negar la mayor y cuando no tuvieron más remedio empezaron a tomar medidas, pero tarde y, lo que es más bochornoso, dictadas desde el exterior.
            Y tú, Mariano, aplícate el cuento. Los españoles te hemos dado un amplio margen de confianza, aún a sabiendas de que vamos a tener que apretarnos el cinturón. Haz lo que puedas y debas si crees que es lo mejor, pero, hombre, no nos mientas. Que me da a mí que te vas a ver más de una vez en la tentación de hacerlo, y ya deberías saber dónde ponemos nosotros a los mentirosos.  

sábado, 12 de noviembre de 2011

El poeta del rock

Casi se me pasa el año y no me doy cuenta de que en el presente hubiera cumplido 75 el gran Roy Orbison, uno de mis iconos del rock. Pues nada, aprovechando que estamos en el mes de los difuntos, hablemos un poquillo de uno de ellos.
            Este genial autor, inconfundible por sus sempiternas gafas oscuras y su flequillo de pelo negrísimo, poseyó el don de una voz prodigiosa, de amplios registros, que le permitió utilizar unos soberbios falsetes que le daban tintes femeninos. Conoció el éxito, pero la vida no siempre le trató bien. Tras alcanzar en 1964  el número uno en ventas con su célebre Pretty woman, la canción que años después sirvió de banda sonora a la famosísima película homónima protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere, su mujer murió en un accidente de tráfico. Y sólo dos años después perdió a dos de sus hijos en un incendio. Para colmo, su carrera comenzó a languidecer en los años 70. Ya en los 80, y gracias sobre todo a formar parte de Traveling Wilburys, una singular banda en la que figuraban varios genios como Bob Dylan o George Harrison, su figura volvió a relanzarse. Pero fue justamente entonces cuando un fulminante ataque al corazón lo borró del mapa con sólo 52 años.

            Nos dejó un ramillete de hermosísimas canciones, muchas de ellas impregnadas de letras y melodías nostálgicas, motivo por el cual algunos lo denominaban "el poeta del rock". A mí desde luego me encantan, y por eso quiero compartirlas con vosotros. Aquí abajo os dejo unos enlaces para que podáis escuchar algunas de ellas. Estoy seguro de que, sean cuales sean vuestros gustos musicales, no os dejarán indiferentes.