miércoles, 26 de septiembre de 2012

¡Es la economía, idiota!


Esto dicen que le espetó a Bill Clinton unos de sus mejores asesores cuando diseñaban la campaña presidencial estadounidense y el candidato se empeñaba en tamizarla de ideología política y social, olvidando lo que de verdad importa al personal. Y el caso es que la frase me viene al pelo ahora que el Presidente de Cataluña, el molt honorable Artur Mas, ha optado por encabezar el último -por el momento- arrebato independentista de parte de la ciudadanía catalana, de tal manera que incluso ha convocado elecciones con la idea, pienso yo, de sentar en el parlamento catalán a una holgada mayoría soberanista. Entregado está el hombre a esta deriva independentista sin muy probablemente haberse parado a valorar las nefastas consecuencias que desde el siglo XIX han provocado en Europa los dichosos nacionalismos -véase como última de éstas la terrible guerra de los Balcanes, hace sólo ¡veinte años!-.

             Ante esta situación, que, ya digo, no es ninguna novedad, hay quien ya hastiado preferiría echar mano del refranero para exclamar que "al enemigo que huye, puente de plata". Pero yo no, porque, qué queréis que os diga, pese al mucho respeto que me merecen la cultura y la identidad catalana, aquella tierra ya formaba parte de la Hispania que creó Roma, por lo que no voy a dejar que me laven el cerebro con ideas inventadas por cuatro iluminados hace un siglo.

            Por tanto, ¿qué hacer?... Por lo pronto, ponernos de acuerdo en que de nada servirán gestitos y nuevas concesiones. Un nacionalista jamás se harta de pedir, y cuanto más le des, más te sacará. Hagamos caso al asesor de Clinton: ¿qué es lo que realmente mueve al mundo?, ¿las ideas?, ¿las religiones?, ¿los sentimientos?... Ojalá, pero no... ¡Es la economía, idiota! Pues mirad, el principal mercado de los productos elaborados en Cataluña, es precisamente el resto de España... Recordad que, hace unos años, en otro calentón independentista, se organizó un boicot a los productos catalanes que algún efecto digo yo que surtiría cuando al parecer fueron los de Freixenet a cantarle las cuarenta al inefable Carod Rovira y exigirle que apaciguara sus ínfulas soberanistas porque el negocio se venía abajo. Ay... Cuando duele la pela... Claro que si esto se organiza en condiciones, les faltaría tiempo a Rajoy y demás meapilas que engordan nuestra lamentable casta política para decirnos que ése no es el camino, que así no se consigue nada, y bla, bla, bla...

            Pero a mí nada me convence más que la frase del asesor de Clinton. Los, por otra parte, honrados ciudadanos de Cataluña podrán sentir en lo más hondo de sus almas Els segadors, la senyera, la estelada, el Barça y hasta la Moreneta. Pero lo que de verdad, de verdad, de verdad les duele es el bolsillo. Pues eso.

lunes, 10 de septiembre de 2012

El sueño de los nardos


¿Sabéis que también sueñan los nardos?, ¿sabéis que los nardos que nacen en El Viso sueñan con estar junto a la Virgen el doce de septiembre? Mirad: fue un verano de hace algún tiempo. Estaba yo en la azotea de una casa visueña donde cada año se cultivan primorosas varas que parece que se asoman ufanas al balcón para mostrar a los vecinos su extraordinaria belleza. Me acerqué a un pequeño brote, aún no florecido y, sorprendido por su afanoso esfuerzo de apuntar hacia el cielo, pude escuchar su musitada plegaria a la Virgen: "hazme crecer, Señora, que yo soy para ti. Yo no quiero presumir tras de un balcón, yo no quiero quedarme en este pedacito de tierra que me ha visto nacer, yo no quiero morir de viejo en el mismo lugar en que vine a la vida. Yo quiero estar junto a ti, Madre, yo quiero que un niño a ti me lance como si fuera la flecha de un Cupido infante, yo quiero ser tu guardia en ese doce de septiembre y escoltar tu hermosura por las calles visueñas. Yo soy tuyo, Patrona mía, envía unas manos que corten mi tallo que yo quiero morir a la vera de tu manto;

                                               A mi dueña se lo he dicho:
                                               que soy tuyo, Reina mía;
                                               si no aromo tu sonrisa...
                                               ¿para qué nací en El Viso?
                                               Si la manita de un niño
                                               a tus plantas no me ofrece,
                                               si no te miro de frente
                                               como al más Justo Espejo,
                                               florecer, Madre, no quiero
                                               una tarde de septiembre."