martes, 24 de diciembre de 2013

Verle la carita

Debió ser algún tiempo después del nacimiento de Jesús. María descansaba en casa de sus padres cuando alguien llegó llamando a la puerta. Abrió el abuelo del Niño Dios. ¿Qué desea usted?. El visitante, sin esconder su sorpresa por la pregunta, respondió sin ambages: ¿qué voy a querer, don Joaquín, qué voy a querer? ¡Verle la carita a su nieto Manuel!
           
            Qué claro lo debía tener aquel buen hombre. Porque en la carita del Niño que había nacido podía ver el amanecer más radiante y un largo atardecer de cielos azules y rosas. Podía ver a aquella boquita recitar los más bellos versos y cantar como mil coros de ángeles. Escuchar las más acabadas melodías, los más afinados sonidos. Contemplar las excelsas maravillas que al ojo regalan lápices, pinceles o gubias. Sentir el calor de la caridad, el bálsamo de la humildad, el latido de la fraternidad. Y, siempre, una natural y eterna sonrisa apuntalada con la fuerza del abrazo amigo. Podía ver... humanidad. Porque en la carita del nieto de don Joaquín, aquel hombre podía ver al Hombre.


            Con mis mejores deseos, feliz Navidad.

jueves, 5 de diciembre de 2013

El día del Réquiem

Hoy, 5 de diciembre, aniversario de la muerte de Mozart, millones de melómanos de todo el mundo cumpliremos con la costumbre de escuchar su Réquiem. El Réquiem de Mozart, uf... Insigne partitura que traspasa los océanos del tiempo sin desbastar una sola astilla de su proa seductora. Compases enlutados, lúgubre instrumental en la orquesta. Chasquidos de frío mármol que se cuelan por las entrañas para erizarnos las entretelas de los sentidos. Porque el Réquiem no solo se escucha; aunque esté hecho para los muertos, se vive.

                                    Requiem aeternam done eis, Domine,
                                    et lux perpetua luceat eis.

            Deja que te arrastre el torbellino del Dies Irae, sumérgete en la insondable profundidad del Tuba mirum, y suplica salvación con sideral esfuerzo coral al Rex tremendae majestatis.

             Y cuando entren en lo más íntimo de tu ser las magistrales notas del Lacrimosa,
                                               Lacrimoso día aquel
                                               cuando resurgirá de las
                                               cenizas el hombre,
sigue entonces pidiendo
                                               Pie Jesu Domine,
                                               dona eis requiem. Amen.


P.D.: con mi sentido homenaje a Fernando Argenta, que cambió la batuta de su padre -el gran Ataúlfo- por los micrófonos para enseñar a generaciones de españoles a gozar de composiciones como estas. Falleció hace dos días. Requiem aeternam dona eis, Domine.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Francisco ante los hechos

Anda el orbe -y no solamente el católico- expectante como pocas veces ante lo que se espera del Papa Francisco, el Pontífice argentino que, a tenor de lo que anuncian sus gestos, parece decidido a soltar el báculo y coger la escoba. Hay expectación entre los católicos, deseosos muchos de que en la Iglesia de Cristo se abran ventanas y entre un aire fresco que creen -creemos- necesario para ventilar cuchitriles y baúles de siete llaves que llevan demasiado tiempo cerrados. Pero hay también expectación, entusiasta incluso, entre los no católicos, los agnósticos y, también, entre ateos. Aunque en buena parte de este segundo grupo me temo que se desinflará inexorablemente, porque haga lo que haga finalmente el Papa, a muchos siempre les parecerá insuficiente. Porque una cosa está clarísima; si alguien atisba en el horizonte siquiera la mínima posibilidad de ver bajo el pontificado de Francisco a mujeres en el sacerdocio o una bendición de la unión entre homosexuales, que se vaya deshaciendo de sus ilusos prismáticos.
            Nadie le puede negar al Papa un carisma arrebatador, una capacidad innata para ejercer como líder efectivo de millones de almas. A lo largo de los meses que lleva en la silla de Pedro lo ha demostrado casi a diario estando no precisamente sentado sino en pie allí donde está la verdadera oportunidad, alzando la voz con palabras desnudas de decorativa verborrea y frías como la punta de una flecha. La muerte de centenares de inmigrantes en la isla italiana de Lampedusa no fue para él solo una "tragedia"; también fue una "vergüenza". Con la misma naturalidad afirma que lo peor de la Iglesia es la corte, en una clara alusión a la tantas veces denostada Curia Vaticana, el sancta sanctorum del poder eclesiástico. Pero sucede que también algunas de sus palabras  pueden no ser entendidas del todo e incluso tildadas de demagógicas. Quizá la que más fue aquel "nunca fui de derechas." Es normal que ante afirmaciones así cualquiera podría plantearse si prefiere Francisco católicos de izquierda a católicos de derecha; y eso aceptando a regañadientes el cada vez más amortizado -al menos para servidor- debate izquierda-derecha.
            Es también este Papa hombre de gestos. Algunos pequeños, sencillos, entrañables. Pero otros con capacidad para generar cierta controversia, como dejar plantadas a unas autoridades italianas para ir a almorzar a un comedor social; lo cual, dicho sea de paso, no deja de ser toda una declaración de intenciones. Por otra parte, gestos "simpáticos" como desplazarse en un 4 latas,  renunciar a residir en el palacio apostólico, o llevar cruz pectoral y anillo de plata en lugar de oro no quedarán más que en meras anécdotas si no vienen acompañados de reformas enjundiosas. Juan XXIII no renunció al tradicional boato papal -más acentuado entonces que el actual- y sin embargo revolucionó la Iglesia.     

            En definitiva, ante las palabras y los gestos de Francisco, uno no puede evitar sacar sus propias conclusiones. Una de ellas es que el aplauso que está cosechando el Papa con sus gestos revierte en cierta sensación de que los papados anteriores, los más recientes, fueron en extremo conservadores. No seré yo quien destape el velo conservador que realmente tuvieron en muchos aspectos, pero dejar el juicio en esa máxima parece incluso peligroso, pues contribuye a borrar de sus respectivos haberes méritos y virtudes que bien merecen el reconocimiento de, al menos, los católicos. Y sobre todo, que la sucesión continuada de gestos realmente admirables parece anunciarnos la llegada de una especie de catarsis eclesiástica que no debería pasar inadvertida. Y todo lo que no sea eso podría devenir en enorme decepción. Porque, más pronto que tarde, al Papa Francisco se le agotará el tiempo de los gestos y los dichos y se le empezará a demandar el de los hechos. De que lleve más o menos a término sus muchas buenas intenciones dependerá la grandeza histórica de, no solo su figura, sino también de la Iglesia. Y algo nos dice que veremos cosas importantes; y pronto. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Hace hoy cuatro siglos, en El Viso

Hace algún tiempo, hojeando los Anales del Orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced que escribiera fray Pedro de San Cecilio en 1669, encontré lo que a continuación reproduzco y que desde entonces he guardado con algo de celo. Porque no es, evidentemente, lo más importante que cuenta sobre el convento mercedario de El Viso, pero viene el texto impregnado de un aura mística que lo hace especial, y, sobre todo, porque lo que narra ocurrió hace hoy exactamente cuatro siglos; y, curiosamente, aquel 25 de octubre de 1613 también fue viernes:

“Poco antes o después del año de mil quinientos y setenta y seis de Cristo, nació nuestro hermano fray Bernardo de San José en la ciudad de París, Corte de los Reyes de Francia (...). Bernardo fue admitido al hábito en el convento del Viso (...). Era en extremo humilde, y estaba como en su centro en los abatimientos, ejercitándose en los ministerios más bajos, sin que se lo mandasen los Superiores. Ayudaba al cocinero, y no en lo menos trabajoso. Iba a la huerta, y por aliviar al hortelano, tomaba la azada, y hacía cuanto podía. Si había enfermos, no solo los visitaba, y consolaba, pero les hacía las camas, barría las celdas, y las componía, limpiaba los vasos, y excusaba al enfermero de lo más penoso de su obligación. Edificaba a seglares y religiosos con su vista, y de todos fue siempre no solo respetado, pero venerado como Santo (...). Viviendo este venerable hermano corrió voz, y fama en la Orden de haberle favorecido el Señor con algunas visiones y revelaciones notables (...). Tenía grande amor a Dios, y deseaba hacer, y padecer mucho por él, viviendo siempre quejoso de si mismo por su mucha tibieza. Cumplió Dios su deseo; porque habiéndole dado espíritu, y fuerzas, mientras tuvo salud, para trabajar mucho en servicio de la Orden, y hacer terribles penitencias, y mortificaciones, le dio después larga enfermedad, y con ella gran resignación e incontrastable paciencia. No se le oyó palabra de queja, o sentimiento, siendo sus males en extremo graves (...). Fue su tránsito feliz viernes a veinticinco de octubre de este año de trece en que vamos [1613] (...) no son fáciles de referir las demostraciones de afecto, y veneración que con él todos hicieron [se refiere el cronista a destacados mercedarios y nobles].”

martes, 8 de octubre de 2013

La justicia inefable

La justicia española, eterna asignatura pendiente... Casos y casos que se amontonan en juzgados colapsados, voces ya roncas de clamar una solución a la congestión de una administración vital para la convivencia ciudadana. Con todo, peores son aún las demostraciones de "implacabilidad" a que nos están (mal) acostumbrando los tribunales encargados de impartir la susodicha. Hagamos un somero repaso.

            El Rafita, un veintiañero de lo mejorcito de su casa, violó, asesinó y quemó a la deficiente mental Sandra Palo. Hoy día disfruta de absoluta libertad y en sus ratos libres -vamos, todo el día- sigue dando palitos por doquier.

            De Juana Chaos, un criminal etarra que asesinó a veinticinco personas, solo estuvo en prisión diecinueve años... Ni siquiera a año por cada una de sus víctimas.

            Miguel Carcaño, violador y asesino de Marta del Castillo, empezará a disfrutar de permisos carcelarios el año que viene, cuando ha mentido todo lo que le ha venido en gana sobre el paradero del cadáver de su víctima, que casi cinco años después sigue sin aparecer para desesperación de su familia y sarcasmo de toda la sociedad.

            Las sentencias del caso Malaya son para desternillarse de risa. El mayor escándalo de corrupción municipal -con todos los que hay, más los que no se conocen- se ha saldado causando verdadero estupor. Pongo como ejemplo la sentencia mas "dura" de todas, la del cerebro de la operación, Juan Antonio Roca: solo once años de prisión -que ya veremos en qué quedan- y 240 millones de multa, que por supuesto no pagará. Porque esa es otra; en casos de saqueo de arcas públicas, se imponen penas menores y el dinero robado... ¡jamás aparece! La conclusión no puede ser más didáctica: trae cuenta ser corrupto y forrarte todo lo que puedas, pues apenas se castiga. Y otra conclusión, igualmente desalentadora: ya podemos vislumbrar que prácticamente en nada quedarán casos como el de Bárcenas o los ERE falsos de la Junta de Andalucía.

            Y a todo esto vengo a enterarme que sale en libertad condicional después de trece años en prisión -aunque desde hace varios en tercer grado- el general Galindo, del que apenas ya nos acordábamos. Este general de la Guardia Civil, que dirigió en años duros la complicada lucha contra la ETA desde el cuartel de Inchaurrondo -donde los civiles y sus familias viven literalmente atrincherados en medio de un ambiente ultra hostil-, fue condenado a 75 años por asesinar a dos jóvenes a los que confundieron con etarras. Si fue así, bien está que lo pague, pero, qué queréis que os diga... comparando este caso con los anteriores, la cosa rechina. Porque Galindo abusaría de su autoridad, pero en su anverso figura una apabullante hoja de servicios al Estado que sitúan a su figura muy lejos de la escoria que representan los asesinos que he citado con anterioridad.


            España es un Estado de Derecho, y en el mismo dicen que se impone el imperio de la ley. Será así, pero si alguien entiende esta justicia que haga el favor de explicármela.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El reinado del nardo


Se te escapa el estío como agua de entre las manos. Ni siquiera te dio tiempo a pensar en lo que te quedó pendiente por hacer y que ya no se hará; sencillamente, ahora no es momento. Prefieres congelar el tiempo pasado en un anaquel colmado de quehaceres pasajeros. Ya da igual... te dices. Es septiembre, y ahora las cosas son de otra manera. La rutina parece que te amenaza y te advierte enseñándote sus afiladas garras: te vas a enterar tú ahora... Dentro de un mes, a esta hora es de noche, comentas a tus conocidos impulsando en tu habla una pesadumbre que más aún te pesa para tus adentros. No encuentras donde hollar lo irreversible de los designios cotidianos.

            O sí. Una luz, un fogonazo más bien, te vale para escrutar caminos por los que encauzar un alma que pensabas ya medio arrumbada. ¿Es que lo habías olvidado? Seguro que no... Y de pronto, de aquellos mismos anaqueles empiezas a descongelar agradables sensaciones. Ves que los atardeceres se han tintado de bellísimos horizontes anaranjados, que un alcor rebrinca de gozo efusivo, que desde la vega parece subir un canto de alabanza... Definitivamente, un fogonazo azul ha tornado tu escenario de derrota en victoria.

            Un torbellino azul que sitúa su vórtice en una serena mirada y una sonrisa permanente digna de pugnar con la de la Gioconda.  La misma que entusiasmó tus días infantiles, cuando, varita en mano, acudías a dejar la primera ofrenda de tu vida, haciéndote partícipe y heredero de ancestrales ritos mediterráneos renovados cada año sobre el alcor. De alguna manera, te sientes parte del azul que lo baña todo estos días. No puedes, o no sabes, soslayar tu propia existencia, tus cosas, de las de todo un pueblo. Y te dejas cautivar por aquellos ojos, por esas manos que sostienen un cetro y un Rey... ¿Se puede ser más poderosa?


            Por eso oyes en el horizonte de tus sentidos cánticos de júbilo; ves tardes que se acortan para ceder el escenario de las pasiones a noches engalanadas con una jaculatoria de versos; palpas la eléctrica alegría del abrazo fraterno con los que te rodean, en una suerte de ensayo de, ay, un mundo mejor...; hueles... ¡como nunca!, pues ya la verdadera vara de mando de estos días enseñorea sus albas flores para aromar los aires de la tarde; y gozas con esa mirada... siempre su mirada... Reina ya el nardo sobre el alcor, y las emociones se te clavan por los vericuetos más intrincados del alma. A ti, hoy, te sobran los repelucos.

domingo, 1 de septiembre de 2013

¿Fin del verano?


Normalmente, cuando me da por escribir algo ilustro mis palabras -torpes, ya sé...- con una foto. Pero mirad por dónde que hoy el proceso se invierte, porque es esta foto, sacada hace solo unas horas, la que me empuja a escribir. Los que veis somos los componentes del Grupito de Ustedes, inverosímil nombre que -con mucha guasa de por medio- aceptamos para nuestra pandilla. (Por cierto, el origen del nombre me lo reservo para otra ocasión, porque tiene lo suyo...) Faltan en la foto, por motivos más que justificados Fede, Rocío, José Manuel y Lola, y, la verdad, ha sido una pena. Cada año por estas fechas nos reunimos todos para pasar juntos -cuando ya nadie suele tener otros compromisos vacacionales-, un estupendo día en mi amada casilla. Siempre, y de forma inconsciente, hemos denominado esta jornada como la comida de fin del verano, pero el otro día, cuando la medio organizábamos mediante nuestro a veces alocado grupo de whattsApp -o como se escriba- dijo Reyes: "mejor que comida de fin de verano vamos a llamarla de comienzos de las fiestas patronales". ¡Ooooole Reyes! Cuánta razón llevas, porque siempre ha sido propio de esta jornada que echemos la tarde cantando cositas de nuestra Patrona; y así, en los dominios de la carmonense Virgen de Gracia, y muy cerca de los de la Divina Pastora de Cantillana -tema muy recurrente en nuestras conversaciones- se escuchan letras al viento que hablan de que los aires de la tarde son de festejos, de que tan a gusto en El Viso Ella se siente, de que con la plata de la guerra la quisieron coronar,...


            Mañana lunes me incorporo a mi nuevo destino. Se acabaron las vacaciones. Todo empieza de nuevo... ¿Fin del verano? Claro que no, Reyes, ¡comienzan las fiestas patronales!, ¡y vivan mis amigos!

martes, 30 de julio de 2013

Doloroso a su manera


Hace unos días me encontré a mi primo José Manuel "el Grande". Su indumentaria veraniega me permitió observar sus brazos desnudos y, en ellos, dos tatuajes en los que la tinta ha perpetuado las dos pasiones de su vida: sus hijos y el Cristo del Amor. Le pedí que me dejara fotografiar el tatuaje que veis porque en milésimas de segundos me vino a la cabeza una reflexión.


            Mi primo pertenece, como yo, a la Hermandad de los Dolores desde que nació; es nieto de dos fundadores y lleva la tira de años sacando como costalero al Cristo del Amor -él creo que tiene ya 40-. Que yo sepa, nunca va a misa, si acaso algún día a los cultos de la Hermandad. Le interesa muy poco, o nada, si el altar de cultos está algún año más conseguido o no, si el exorno floral de los pasos es o no es el adecuado, si la Virgen está más hermosa con este o con aquel encaje, si le van a tocar tales o cuáles marchas... Esas y otras cuestiones que a otros nos llevan horas de conversación -y de apasionamiento, para qué vamos a negarlo-, a él le vienen grandes, como su apodo. A mi primo, lo que de verdad le pone firme es coger el Viernes Santo su costal, envolverse en el silencio del ambiente y rachear con orgullo bajo su Cristo del Amor. Así expresa su sentir doloroso. Con todo ello, y con un tatuaje. No es evidentemente el arquetipo del doloroso visueño, pero a mí me enseña, tan bien como otros, el valor impagable de un sentimiento. Un abrazo, primo.

martes, 2 de julio de 2013

Décima sin tema

 Me he encontrado esta tontería que escribí hace más de tres años. Pone a su pie "Pedrera. Marzo de 2010".

                                Aun sin saber cómo empezar
                                deseo escribirte unos versos
                                que expresen lo que te quiero,
                                más no sé de qué tratar.
                                ¿De tu forma de mirar?,
                                ¿de tu piel sonrosada?
                                Rindo mi mente agotada,
                                y sin nada haberte dicho
                                una décima ha salido
                                de mi pluma desbocada. 

sábado, 8 de junio de 2013

Sevilla en una partitura

Joaquín Turina (1882-1949), uno de los más universales compositores sevilllanos, no pudo vivir en mejor momento. Su época, musicalmente hablando, bebió directamente del gusto decimonónico por rememorar paisajes y situaciones exóticas, hecho que explotó con el surgimiento de los compositores nacionalistas. Y técnicamente, el impresionismo musical contribuyó a echar el resto. Magnífica etapa en la que se llevaban al pentagrama visiones, emociones y sentimientos colectivos.

            Turina hizo lo propio con la ciudad que le vio nacer. Por eso, su colosal Sinfonía Sevillana cuando se escucha... se ve. Ya en sus compases iniciales se atisba el aire misterioso que envuelve a toda ciudad milenaria teñida con el encanto que le imprimen las hojas del tiempo. Y veo el duende, el embrujo que transita por la piel cálida de sus calzadas y se refleja en la cal de unas calles que se retuercen en un laberinto de siglos. Veo la penumbra de un parque de María Luisa que abraza en su verdor a hombres gallardos que cortejan a señoritas de volantes y abanicos escapados de los óleos de García Ramos. Veo una cava trianera que se desdobla en una gitanería jubilosa y en un drama contenido cuando por sus calles pasa, sin ganas de morirse, el Cachorro. Veo a una leyenda de Bécquer paseando románticamente entre fusas y corcheas, por donde también se dejan ver las entrañas de la ciudad que Cernuda depositó en Ocnos. Y veo un coqueto vapor que, Guadalquivir abajo, busca la noche aljarafeña para desparramar el regocijo de a bordo.

            Y al acabar veo, y quiero escuchar, un rotundo "olé Sevilla" que remate el apoteósico final de la sinfonía, un grito de satisfacción salido del espíritu de cuantos sevillanos fueron desde la fenicia Ispal.


            No veo tópicos, veo... alma. Porque Turina nació en Sevilla para dar gloria y lustre a las más puras esencias de su simpar ciudad y dejarlas, para la eternidad, en la blanca sencillez de una partitura.


lunes, 20 de mayo de 2013

¡Redde mihi laetitiam!


Esta mañana oí de un amigo albañil, en paro como tantos otros, la frase que para los que están en su situación se ha convertido ya en una especie de letanía que han de recitar a diario: a ver si cambia la cosa un poquito... Su pesadumbre  me hizo repasar momentáneamente el lamentable panorama económico (y político, social, etc.) en el que nos encontramos, para a continuación, como en un  acto reflejo de aclamación a la esperanza, recordar la frase que encabeza este artículo: Redde mihi laetitiam salutaris tui, et espiritu principali confirma me (Restitúyeme la alegría de tu salvación y fortaléceme con un espíritu generoso). Pertenece al salmo Miserere, sobre el que Hilarión Eslava compuso en 1835 una bellísima obra musical que cada año, el Sábado de Pasión, se interpreta en la Catedral de Sevilla. Yo solo he asistido a una interpretación, pero he escuchado el Miserere muchísimas veces. Pese a que es una obra muy contestada por los musicólogos, lo cierto es que posee una belleza arrebatadora para el oído. Y la parte del Redde, que aquí abajo os aporto, cantada por dos tiples -en el argot musical se denomina tiple a la voz de un niño- es sencillamente sublime.

            Redde mihi laetitiam... Sí, por favor, que se nos devuelva la alegría; que un viento de frescura cambie ya la dichosa "cosa". Que hombres y mujeres recobren su dignidad como personas que las malas artes económicas y políticas algún maldito día les arrebató.

            Redde mihi laetitiam, y que se asiente sobre este pueblo noble y trabajador la paz y la esperanza que reclamamos en nuestro himno andaluz, y que cuatro chorizos nos niegan desde sus cómodos despachos enmoquetados mientras nos callan la boca de vez en cuando con caramelitos subvencionadores.

            Redde mihi laetitiam, sencillamente porque la merecemos, porque siempre la hemos llevado a gala y dibuja en nuestros perfiles una de las más características señas de nuestra identidad. Por eso, humildemente pido que se nos devuelva lo que es nuestro.
 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Sin exagerar...


(Aclaración para los de fuera: hoy comienzan en El Viso las Fiestas de la Santa Cruz, que viene a ser la feria del lugar, solo que aquí, como somos tan originales, la dedicamos desde tiempo inmemorial a la Cruz de Mayo, hecho por el que en todas las casetas hay una cruz generalmente de romero verde.)

             El sábado pasado estaba yo echando una mano en el montaje de mi caseta, sumergido en la rutina de poner farolillos, que yo no he puesto más farolillos en mi vida, Dios mío de mi alma... Decía que en esas estaba cuando me comentó mi amigo Onofre que se había encontrado a Fernando Martín y, por ser mi amigo entusiasta seguidor de los artículos que Martín escribe en La voz del Viso, este le invitó al pregón de las Fiestas de la Santa Cruz, que habría de recitar esa misma noche. Así que allí nos pusimos los dos. Y vaya si hicimos bien en ir, porque, sin exagerar, Fernando Martín nos regaló un rato para disfrutar como los indios. Un verdadero alarde de fino, finísimo sentido del humor que hizo las delicias de cuantos estábamos allí. Y cómo se agradece que alguien te haga pasar un buen rato a base de humor del bueno, del que no tiene que recurrir a la chabacanería ni al populismo ramplón. Si alguien no lo vio y tiene ocasión de hacerlo que lo haga, porque, sin exagerar, no se va a arrepentir.

            Pero conviene también destacar varias reflexiones, muy hondas, que introdujo Martín en el pregón. Me quedo sobre todo con la que subrayó que las Fiestas de la Santa Cruz son sobre todo una ocasión para abonar la amistad y, por ello, si debido a las actuales circunstancias no hay dinero para mantenerse en una caseta con el nivel de catering alcanzado en los últimos años, o no lo hay para estrenar traje de flamenca, ¡imaginación al poder! Proponía el pregonero incluso que antes de cerrar una caseta, que se avíen sus socios al antiguo estilo: en vez de fino catering, barril de cerveza y guiso para todos. Lo que sea antes que perder la tradición de una fiesta tan popular. Así lo dijo, valientemente,  sin exagerar. Lo malo, añado yo, es que cuando se han dado tantos pasos hacia adelante, qué difícil resulta dar uno hacia atrás. Pero mala cosa es que se anteponga el valor del dinero al de la amistad...

            Mi enhorabuena al pregonero. Un fenómeno importante, y lo digo... sin exagerar. ¡Felices fiestas a todos! Y os dejo, ¡que me voy al pescaíto!  

martes, 16 de abril de 2013

Un fin de semana maravilloso


Así ha sido este último, maravilloso. Y no porque me haya ocurrido nada extraordinario, ni por haber tenido la oportunidad de echar unos ratos buenísimos, ni tampoco porque por fin haya estallado la primavera. Ha sido maravilloso porque en cuestión de día y medio hasta tres personas diferentes y en tres situaciones distintas me han recordado a mi madre, a Maravillas, la esposa de Guillermo el de Celia, la hija de Aurelio el de la droguería. Como dijo una vez en público un ex alcalde de mi pueblo, cosa que le agradecí, una mujer "que no pudo tener mejor nombre". Porque así era Maravillas, maravillosa.

            Y eso es lo que me hablaron de ella, verdaderas maravillas. Y no sabéis lo que lo agradezco, porque ¿a quién no le gusta que hablen bien de su madre? Pero es que de mi madre todos me hablan, no bien, sino maravillosamente, lo que me viene a confirmar que la tremenda admiración que le tengo a su recuerdo no es solo pasión de hijo. Porque os confieso que desde que se marchó, todos los días le hablo, en el convencimiento de que me escucha. Y le recuerdo, claro... Recuerdo su abnegada entrega para con su esposo e hijos; sus continuos sacrificios para dejar todo lo material a mis hermanos y a mí; su permanente disposición a que le dejaran a su cargo a sus nietos, a los que adoraba... Recuerdo su fiel amor por aquello que le inculcaron y que a su vez supo transmitirnos ("hijos, no dejéis nunca la Hermandad", nos dijo más de una vez); su alegría cuando le dábamos alguna satisfacción, y su propensión a sufrir con el mal ajeno (incluso muy ajeno); la firme decisión con que abrió las puertas de su casa -y, cómo no, su corazón- a sus nueras y yerno. Recuerdo eso y mucho más, ¡hasta lo bien que cocinaba! Pero el mejor recuerdo que tengo de ella es que era una mujer esencial y machadianamente buena, de la que difícil era escuchar un insignificante reproche. Sí, así de maravillosa era Maravillas, mi madre.

            (Y ganas me dan de terminar esta entrada con un Continuará...)

lunes, 18 de marzo de 2013

Romance para un amor de cuaresma


                              Hace poco volví a verte y
                              vi que no has cambiado nada.
                              Fue una tarde de cuaresma,
                              cuando las luces se agrandan;
                              sentí que tus aromas
                              y tu fina piel tostada,
                              como un grito enardecido
                              a tus plantas me llamaban,
                              y me fui al escaparate,
                              al cristal que te amuralla,
                              y allí estabas, majestuosa,
                              en tu bandeja de plata.
                              Me hiciste un pequeño guiño...
                              ¡y se me hizo la boca agua!,
                              así que sin pensarlo
                              entré corriendo en tu casa
                              dejando tras de mi rastro
                              un año de espera y ansia.
                              Cuando al fin te tuve enfrente,
                              ¡no me salían palabras!
                              Quise decirte "hermosa",
                              quise gritarte "guapa",
                              mas nada podía expresar
                              mi lengua atropellada...
                              Loco de palpitaciones
                              y con la sangre alterada,
                              me dejé de miramientos
                              y te metí la cuchara...
                              Ay, qué gusto, qué placer,
                              qué sensación endulzada
                              cuando sentí que al fin tu miel
                              en mi saliva flotaba.
                              Por eso te digo ahora,
                              ¡vuelve pronto, morenaza,
                              y sigue estando así de buena,
                              torrija de La Campana!



sábado, 2 de marzo de 2013

¡No me hables de usted!


Como me hables de usted vamos a escapar mal... ¡Uy, no me hables de usted que yo no soy tan vieja!... Lo primero que tienes que hacer es no hablarme de usted, hombre... Estas y otras expresiones parecidas son fáciles de escuchar cada vez que alguien tiene la decencia de dirigirse a un extraño hablándole educadamente de usted. Con lo bonito que ha sido siempre dirigirse de esa manera a un desconocido, a una persona que despierta tu admiración, o simplemente a una persona mayor... Pues nada, parece que no se lleva hablarle de usted a la gente. Yo no digo que se le hable de usted al padre, como por cierto aún hace uno que yo conozco, pero qué menos que a los casos que he nombrado. Pero qué va, lo que para algunos, para mí, no es más que una muestra de buena educación, parece que para muchos se ha convertido en algo desfasado. ¿Y qué pasa si se habla de usted?, ¿es que somos más antiguos, más carcas, más catetos?, ¿o más de derechas quizás, con lo mal visto que eso está en Espa... quiero decir... en este país?

            Ahora que, para ejemplo del ostracismo del usted, un instituto. Que levante la mano el profesor/ra al que sus alumnos hablen de usted. Todo comenzó allá por finales de los ochenta o principios de los noventa, tiempos de alumbramiento de la LOGSE, cuando una mentalidad supuestamente progresista, nacida al abrigo de las nuevas tendencias sociales, impuso la relajación de ciertas formas en las aulas. Y claro, de aquellos polvos... Porque se empieza por no hablar de usted y se termina ciscándose en los difuntos de un profesor en toda su cara, quemándole el pelo a una profesora, etc. Jamás se me ha olvidado una entrevista a Julio Anguita cuando decidió volver a impartir clases de secundaria luego de su paso por la política -vamos, lo que vienen haciendo los políticos españoles...-. En aquella ocasión, Anguita afirmó que exigiría a sus alumnos que se dirigieran a él como don Julio o como señor Anguita. Sí señor, con un par. Pero ya, lamentablemente, es tarde para eso. Si a algún profesor se le ocurre plantear la exigencia de Anguita, lo más normal es que encuentre burlas, risas y puede que hasta incomprensión por parte de compañeros.

            Pero lo peor no es que el usted esté desterrado de las aulas, no. Lo peor es que las criaturitas de la ESO ¡no saben hablar de usted! En cierta ocasión aproveché el buen clima entre el alumnado de un aula y yo para hacer un experimento. Les pedí que durante unos minutos me hablaran de usted. Lo hicieron sin queja alguna, pero tuve que escuchar expresiones como mira usted, maestro o perdona usted... De verdad que yo, como los banqueros, no doy crédito.

            Pues nada, que USTEDES sean felices.

jueves, 14 de febrero de 2013

El Amor, en la cruz


Décima al Cristo del Amor, ahora que son sus días.

                          ¿Dónde habita, mi Dios, tu Amor?
                          ¿Dónde tanta paz reside?
                          ¿Es en las llagas que abriste
                          en tus manos de sanador?
                          ¿En tu poder, o en la oración?
                          Busco tu Amor a destajo
                          y al verte, mi Señor, hallo
                          entre la yedra y el lirio,
                          que en la cruz tiene su sitio
                          clavaíto con tres clavos.

lunes, 28 de enero de 2013

Joe, el taxista de mi adolescencia

 
 
Hace unos días, rebuscando por el universo Youtube, encontré una canción que hacía más de veinte años que no escuchaba. Joe le taxi me la descubrió -como tantas otras- mi hermano Manolo. Tendría yo 14 ó 15 años, un gusto musical en fase de moldeado y mil horizontes por otear. Recuerdo perfectamente que me dijo "escúchala; es de una chavalita francesa que se llama Vanessa Paradis. Te va a gustar". Y vaya si me gustó... Porque la canción es una preciosidad cantada por la voz de un ángel. Escuchadla y juzgad vosotros mismos. Se grabó en 1987 y sirvió para lanzar internacionalmente a la que luego se convertiría en consolidada cantante y actriz.
             Cuando volví a escucharla, inevitablemente surgieron en mi interior recuerdos de los tiempos de adolescencia. Recuerdos imborrables... de un ansia terrible por hacer cosas imposibles; de las primeras cervecitas en el bar Lechuga; de cuando canciones como ésta se escuchaban en vinilo y en casete; de los años de Bachillerato y del maravilloso año de COU en el Instituto Los Alcores, con inolvidables profesores a los que por supuesto hablábamos de usted; de aquellas inefables fiestas de Navidad en la cochera de Manolito el Bato, toda cubierta de bolsas negras; de mis primeras borracheras -para qué lo vamos a ocultar...-; de las noches veraniegas en los chiringuitos de La Tablá; de El Cielo y La Nueva Orden en invierno; de mis primeros y estériles enamoramientos; de mi primera novieta; de cuando mi padre me dio una llave de casa y me dijo "no te pongo hora de vuelta, pero tú sabrás lo que haces..." -¡qué crack!-; de tantos domingos con toda la familia en el campo; de mi Vespino ALX rojo; de los dichosos barrillos que cubrían mi frente y me tenían amargado; de braquets en los dientes; de cuando vivíamos sin móvil... y todo el mundo quedaba;  de cuando tenía 500 pesetas -¡¡3 euros!!- para el fin de semana... y me sobraba; de aquel fascinante viaje a Italia por el fin del Bachillerato; de... tantos y tantos momentos y situaciones concretas...
            Pues esta canción fue una de las bandas sonoras de aquellos años de adolescencia, que no sé si serían los mejores como muchas veces se dice. Pero algo tendrán cuando tanto se añoran...

 

sábado, 5 de enero de 2013

La música de los Reyes Magos


Entre las sublimes piezas que Miklos Rozsa compuso para la banda sonora de la monumental Ben-Hur, me llamó poderosamente la atención, por su belleza, ésta que os adjunto. Lleva por título La Estrella de Belén y es la que suena en la primera secuencia de la película, cuando los Magos de Oriente llegan al portal tras seguir a la estrella que les guía y adoran al Niño recién nacido. Apoteosis de la Epifanía acompañada de una maravillosa partitura. Servidor tiene por costumbre desde hace algunos años escucharla en la noche de cada 5 de enero, cuando se está imbuido de la magia y la ilusión que acompañan el momento. Y es entonces, al escuchar esta bellísima melodía, cuando empieza a plantearse medio en serio que algo anormal ocurre en esa noche. ¿De dónde procede esa alegría que embarga a todos?, ¿de dónde viene tanta ilusión en pequeños y mayores?, ¿de dónde tanta emoción?... Bien pronto -quizás cada vez más pronto- nos dicen que los Reyes Magos no existen, que en realidad son los padres. Pues qué queréis que os diga, pero la única certeza en todo esto es justamente lo contrario de lo que se nos dice; porque, ¿hay por ahí alguien que pueda afirmar con rotundidad que sus padres son Reyes Magos?...