martes, 30 de julio de 2013

Doloroso a su manera


Hace unos días me encontré a mi primo José Manuel "el Grande". Su indumentaria veraniega me permitió observar sus brazos desnudos y, en ellos, dos tatuajes en los que la tinta ha perpetuado las dos pasiones de su vida: sus hijos y el Cristo del Amor. Le pedí que me dejara fotografiar el tatuaje que veis porque en milésimas de segundos me vino a la cabeza una reflexión.


            Mi primo pertenece, como yo, a la Hermandad de los Dolores desde que nació; es nieto de dos fundadores y lleva la tira de años sacando como costalero al Cristo del Amor -él creo que tiene ya 40-. Que yo sepa, nunca va a misa, si acaso algún día a los cultos de la Hermandad. Le interesa muy poco, o nada, si el altar de cultos está algún año más conseguido o no, si el exorno floral de los pasos es o no es el adecuado, si la Virgen está más hermosa con este o con aquel encaje, si le van a tocar tales o cuáles marchas... Esas y otras cuestiones que a otros nos llevan horas de conversación -y de apasionamiento, para qué vamos a negarlo-, a él le vienen grandes, como su apodo. A mi primo, lo que de verdad le pone firme es coger el Viernes Santo su costal, envolverse en el silencio del ambiente y rachear con orgullo bajo su Cristo del Amor. Así expresa su sentir doloroso. Con todo ello, y con un tatuaje. No es evidentemente el arquetipo del doloroso visueño, pero a mí me enseña, tan bien como otros, el valor impagable de un sentimiento. Un abrazo, primo.

martes, 2 de julio de 2013

Décima sin tema

 Me he encontrado esta tontería que escribí hace más de tres años. Pone a su pie "Pedrera. Marzo de 2010".

                                Aun sin saber cómo empezar
                                deseo escribirte unos versos
                                que expresen lo que te quiero,
                                más no sé de qué tratar.
                                ¿De tu forma de mirar?,
                                ¿de tu piel sonrosada?
                                Rindo mi mente agotada,
                                y sin nada haberte dicho
                                una décima ha salido
                                de mi pluma desbocada.