El próximo jueves día 10 recitaré la Meditación que
cada año organiza la Hermandad de la Piedad ante sus Titulares. Por tal motivo
me han entrevistado en su revista.
-¿Qué supone para ti ser meditador de nuestra
Hermandad?
- Os puedo asegurar que para mí supone un regalo, casi
un reconocimiento. Y lo tomo así porque me gusta leer y escribir, sobre todo lo
primero, y, visto desde esta perspectiva, el hecho de que la Hermandad de la
Piedad me encargue la recitación de un texto de tan marcadas características
supone sin lugar a dudas que un grupo de personas, en este caso la Junta de
Gobierno, pone en mí su confianza para esta tarea uniendo mi nombre al de
importantes plumas que ya recitaron la meditación. Por ello, no me queda más
que mostrar mi infinito agradecimiento, y permitidme además que lo haga muy
particularmente a la persona de nuestro hermano mayor, Pachi, pues sé que mi
designación fue empeño personal suyo.
-¿Como recibiste la petición de la Junta de Gobierno?
- Pues fue el propio hermano mayor quien me la
transmitió. Al finalizar una misa en el mes de octubre, me llevó hasta el
sagrario, y allí, delante del Santísimo, me recordó que al entrar él de hermano
mayor yo le felicité y le dije que le ayudaría en lo que pudiera. "Ahora
necesito esa ayuda", me dijo. Entonces me pidió que aceptara su invitación,
porque además sería el último meditador visueño de su mandato y él quería que
fuera yo. También me contó que la Junta de Gobierno apoyó unánimemente mi
designación. Tengo que decir que, por lo inesperado del hecho, por lo que yo le
dije a Pachi en su momento y que entonces me recordó, y por las circunstancias
en que me lo comunicó -aquella misa fue en rogativa por la salud de José
Antonio Martín y yo personalmente estaba un poco emocionado por aquello-, le
dije que ni le pediría unos días para pensarlo; yo sería el meditador, aun
siendo en aquellos momentos consciente de que no me enfrentaba a un texto
fácil.
-¿Qué te inspira a la hora de realizar el texto?
- Principal y fundamentalmente el propio misterio de
la Piedad. Normalmente nuestras hermandades tienen como titulares a Cristo y a
María, y le rendimos culto a cada uno pero por separado, de manera que una y
otra imagen de cualquier hermandad tiene sus propios cultos y su propio paso
para procesionar. En cambio, el misterio de la Piedad es una perfecta
conjunción entre Cristo y su Madre y viene a mostrarnos con absoluta rotundidad
esa fe tan mariana que solemos profesar en nuestra tierra. Contemplar el
misterio de la Piedad es cerciorar nuestra creencia en María como Madre de
Dios. Y esa contemplación es lo que más me ha inspirado a la hora de redactar
la meditación. Aparte existen otros componentes secundarios tales como la
madrugada, nuestras calles o la propia cofradía, que también han influido de
alguna forma.
-Tú que posees experiencia pregonera, ¿cómo has concebido tu meditación?
- Es algo distinto a lo que he tenido oportunidad de
hacer hasta ahora. Mi Exaltación de la Eucaristía y el Pregón de las Fiestas
Patronales eran textos de tono claramente festivo, no exentos de fondo, eso sí,
pero con una línea textual enfocada a exaltar un Sacramento y unas fiestas muy
queridas. La meditación tendrá otro aire porque entiendo que su propia
naturaleza así lo requiere. Tendrá partes en verso y prosa poética, porque
entiendo que esas formas no están para nada reñidas con la profundidad que debe
tener un texto de estas características, y porque, modestamente entiendo que a
estas alturas puedo enfrentarme al reto de escribir décimas y romances sin
meter mucho la pata... Pero la característica principal de la meditación es que
la he basado, en su forma, en el Apocalipsis de San Juan. Por lo tanto es un
texto cargado de metáfora y de expresiones propias del Apocalipsis, lo cual,
debo decirlo, me ha supuesto un reto importante. Con absoluta seguridad os digo
que es el texto más difícil y que más trabajo me ha costado de cuantos he
escrito en mi vida. Pero me propuse ese reto y el resultado está ahí. Ojalá
guste.
-El momento de la recepción por parte de la Madre Dolorosa del cuerpo
sin vida del Salvador ha sido meditado un sinfín de ocasiones, ¿desde
qué perspectiva afrontas tu texto?
- Como decía antes, es una excepcional visión de María
como Madre de Dios hecho Hombre. Y fijaros que es un misterio que solo se
representa en dos momentos de la vida de Jesús: en su nacimiento y en su
muerte. Y ahí está María, en el principio y en el fin. Por tanto, mi texto es
una continua alusión al Señor y a la Virgen unidos, casi fundidos en uno, lo
que es casi un grito para despertar nuestra fe.
-¿Cómo piensas que debe ser el momento de pronunciar la meditación ante
nuestros Sagrados Titulares en el ambiente recoleto de nuestra Casa
Hermandad?
- Pues la verdad es que no tengo más remedio que
imaginármelo, porque yo nunca he podido asistir a este acto. Como sabéis,
desarrollo mi vida cofrade en la Hermandad de los Dolores y la noche en que se
celebra la meditación concluye el Septenario de la Virgen de los Dolores, por
lo que procedemos a bajarla de su altar para ponerla en besamanos. Es una noche
que vivimos muy intensamente hasta que a las doce, ya Viernes de Dolores, le
cantamos la Salve. Por lo tanto, tengo que imaginar, y veo ese momento como
algo en familia, muy íntimo. Además, las dimensiones del salón y la iluminación
que se instala ayudan a crear ese clima. Y, por supuesto, es definitiva la
presencia allí de nuestros Titulares. La verdad es que cuando me imagino allí,
en ese ambiente de penumbra y con el Señor y la Virgen a un palmo de distancia
y a mi altura... casi me veo en la gloria.
-¿Qué vas a transmitir?
- Son varias las ideas que intentaré transmitir:
Cristo como verdad absoluta, María como Madre y transmisora de luz y esperanza
al mundo, y el triunfo de la Resurrección sobre la muerte. Porque aunque se
trata de una meditación sobre un misterio pasionista, y pese a que su forma
está inspirada en el Apocalipsis, que por sí mismo significa final, tengo que
decir que el texto rezuma esperanza en la contemplación del misterio de la
Piedad, basándome quizás en la idea de justicia que impera en el propio
Apocalipsis, de forma que la Resurrección derrota a la muerte y Dios vence a la
maldad humana. Aparte de todo eso, también, aunque de forma más discreta,
intentaré transmitir la necesidad de vigencia de una serie de valores que me
parecen fundamentales, y que a mí me transmitieron en mi familia y en el
entorno en el que siempre me he movido.
-¿Tendrá tu Meditación dedicatoria?
- No lo voy a citar expresamente en la recitación,
pero sí, la meditación está dedicada a la memoria de José Antonio Martín
Benítez, un gran cofrade y un feligrés ejemplar que como sabéis falleció hace
unos meses dos días después de dejar de ser hermano mayor de los Dolores. Pese
a que yo nunca tuve mucha relación con él, en estos últimos años descubrí a una
gran persona de la que además he aprendido no pocas cosas. Como oficial de su
Junta me dedicó un trato exquisito, demostrándome gran estima, por lo que dedicarle
este texto es lo menos que puedo hacer como homenaje a su memoria.