lunes, 3 de febrero de 2014

Costuras entre el tiempo

A veces el tiempo se parece a una bobina de hilo: cuando está sin estrenar nos parece que tendremos para siempre, pero llega el momento en que el hilo se acaba. Como el tiempo, que nos parece eterno pero cuando queremos darnos cuenta se nos ha ido volando. Ocurre sobre todo cuando tenemos las vacaciones por delante. Este verano pienso hacer esto, eso, aquello... Y cuando queremos darnos cuenta se nos ha ido el tiempo sin hacer nada de todo lo pensado, ni tampoco aquello que podemos hacer cuando se trata de pasar el rato; como por ejemplo leer. Y sobre eso me apetece hoy escribir: sobre leer; sobre lo fascinante que es leer.

            A principios del año 2011, una dentellada me tenía el ánimo abatido. Fue entonces cuando me dispuse a leer "El tiempo entre costuras", novela de la que se venían hablando maravillas. Y lo cierto es que las expectativas se cumplieron; me imbuí tanto de su atractiva ambientación, de la perspicacia de sus diálogos, de la personalidad de sus personajes, de la perfectamente hilvanada trama, de sus tintes históricos, de... que durante las horas -ansiadas siempre- que le dediqué sentí cómo toda la realidad más circundante me abandonaba. El tiempo se paraba a mi alrededor y solo me interesaban Sira y sus aventuras, desventuras, penas y alegrías. Sencillamente, mi realidad, o mi circunstancia -la otra parte de nuestro yo-, dejaba de existir.

            Y eso me ha pasado, como seguramente a muchos de vosotros, con otros tantos buenos libros que están al alcance de cualquiera. Si lo centro en "El tiempo entre costuras" es por su reciente nuevo éxito, esta vez televisivo. (La serie me ha gustado bastante. En mi opinión muy bien hecha, aunque, vaya por Dios, tuvo que ser el último capítulo el de la decepción. Esa escena -que por cierto no aparece en la novela- en el castillo, cuando Marcus Logan rescata a Sira de las garras de da Silva, me pareció patética. Y es que cuando a los guionistas les da por introducir suspense a base de pistolitas...)


            Esa es la grandeza de la lectura, ese es su poder de seducción, esa su capacidad casi hipnótica. Y pocas cosas más son capaces de coser heridas entre tiempos turbulentos.

1 comentario:

  1. La verdad es que la serie la cago bien en su desenlace...
    Recomiendo La Catedral del Mar, a mi atrapó igual...
    A leeeeeeeeer...

    ResponderEliminar