Estaba la otra noche en una caseta, y mirando a este
jamón, pude oír perfectamente sus lamentos: <<¡No
hay derecho, hombre, no hay derecho! Que he estado en Mairena, en Sevilla, en
El Viso, y a saber dónde me llevan ahora... Tres semanas colgado de un gancho
para que no me echen ni cuenta... "Ya verás lo pronto que te piden, lo
poquito que vas a durar, que eres el plato estrella..." Todo eso me
decían. ¡Y una leche! ¡Pero si ni siquiera me miran! Eso sí, todos muy
arregladitos y encantados de haberse conocido: "¡qué preciosidad de
traje!", "la tela es ideal", "¿de dónde son los
complementos?", "¡qué corbata más chula!", ji ji, ja ja, besitos
por aquí y besitos por allá... Sí, hijos, sí, estáis todos muy monos, pero más
tiesos que la mojama. Y venga tortilla, venga pimientos, venga almendritas... ¿Y
para esto me he llevado yo cinco años correteando por la dehesa?, ¿para esto
dos meses enterrado en sal?, ¿para esto otra temporadita colgado aguantando el
frío aire de la sierra? Anda, y que os den... Que a este paso no voy a valer ni
para caldo de puchero. Si es que quien nace lechón...>>
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