Cuando yo estudiaba la EGB existían en mi colegio unos talleres de manualidades a los que obligatoriamente habíamos de inscribirnos los alumnos. Creo que fue en el séptimo curso cuando me apunté al de encuadernación, en el que aprendí -qué cosa tan curiosa- a hacer libros. De mi paso por ese taller obtuve un librito con tamaño de cuartilla y de unas trescientas páginas, que yo mismo realicé con mis manos. Sí, fui artesano; breve, pero artesano al fin y al cabo. Un poco después, concretamente el 21 de julio de 1988 decidí emplear el librito escribiendo en sus páginas inmaculadas una suerte de diario en el que apuntaba comentarios sobre aficiones, asuntos personales, etc. No escribía a diario, evidentemente, sino únicamente cuando me apetecía. Así hasta principios del año 2006, en que agoté sus páginas. De modo que hoy ese diario es una verdadero documento en el que puede analizarse mi evolución caligráfica -desde una letra infantil hasta la que utilizo hoy día- , y, por supuesto, mi evolución intelectual. Pero cuando se agotaron sus páginas, también se agotó la idea. Nunca hice por agenciarme otro libro en blanco -tendría que comprarlo, pues mi paso por la artesanía quedó olvidado-, para componer el segundo volumen de mi diario -¡qué cursi me ha quedado esto!-.
Así que ahora he decidido hacer algo parecido, pero en un formato completamente distinto y además públicamente. Eso sí, está por ver si logro darle continuidad o se queda todo en una mala "picá".
Y lo hago en momentos de cambios para mi persona, que empezaron en julio del año pasado, cuando aprobé por tercera vez consecutiva las oposiciones de Secundaria, pero una vez más quedé fuera del funcionariado.
En septiembre me enviaron a trabajar a Cómpeta, un pueblecito de la Axarquía malagueña, muy bonito y con gente y compañeros encantadores, pero muy lejos...
...Precisamente cuando más necesité la cercanía de los míos y de lo mío, porque fue justo entonces cuando me sobrevino uno de los reveses que de cuando en cuando nos depara la vida. Pero bueno, a fuerza de tiempo y serenidad, todo pasa. ¡Mi ave fénix siempre resurge!
Otro cambio ha venido de la mano de mi padre, con el que convivo, que ha dado un bajoncillo físico que le ha convertido en una persona distinta a como era hace escasamente un año y precisa de mayores atenciones.
Y algo más, pues también se avecinan cambios económicos. Desde hace poco tengo apalabrado, que no comprado aún, un precioso ático en el que, en fecha todavía indefinida, pienso establecer mi hogar.
Y, por último, durante el curso próximo trabajaré en La Puebla de Cazalla, muy cerquita de aquí, lo que me permitirá residir en mi casa por primera vez tras cuatro años de "exilio". ¡Ya tocaba!
En definitiva, tiempos revolucionarios, de cambios en mi vida, tiempos revueltos para bien y para mal, pero que desde ahora los afronto con nuevas ilusiones y proyectos. No quiero despedirme sin saludaros a todos y compartir con vosotros un brindis imaginario por la vida, que merece la pena. ¡Bienvenidos a La zarabanda!