viernes, 25 de octubre de 2013

Hace hoy cuatro siglos, en El Viso

Hace algún tiempo, hojeando los Anales del Orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced que escribiera fray Pedro de San Cecilio en 1669, encontré lo que a continuación reproduzco y que desde entonces he guardado con algo de celo. Porque no es, evidentemente, lo más importante que cuenta sobre el convento mercedario de El Viso, pero viene el texto impregnado de un aura mística que lo hace especial, y, sobre todo, porque lo que narra ocurrió hace hoy exactamente cuatro siglos; y, curiosamente, aquel 25 de octubre de 1613 también fue viernes:

“Poco antes o después del año de mil quinientos y setenta y seis de Cristo, nació nuestro hermano fray Bernardo de San José en la ciudad de París, Corte de los Reyes de Francia (...). Bernardo fue admitido al hábito en el convento del Viso (...). Era en extremo humilde, y estaba como en su centro en los abatimientos, ejercitándose en los ministerios más bajos, sin que se lo mandasen los Superiores. Ayudaba al cocinero, y no en lo menos trabajoso. Iba a la huerta, y por aliviar al hortelano, tomaba la azada, y hacía cuanto podía. Si había enfermos, no solo los visitaba, y consolaba, pero les hacía las camas, barría las celdas, y las componía, limpiaba los vasos, y excusaba al enfermero de lo más penoso de su obligación. Edificaba a seglares y religiosos con su vista, y de todos fue siempre no solo respetado, pero venerado como Santo (...). Viviendo este venerable hermano corrió voz, y fama en la Orden de haberle favorecido el Señor con algunas visiones y revelaciones notables (...). Tenía grande amor a Dios, y deseaba hacer, y padecer mucho por él, viviendo siempre quejoso de si mismo por su mucha tibieza. Cumplió Dios su deseo; porque habiéndole dado espíritu, y fuerzas, mientras tuvo salud, para trabajar mucho en servicio de la Orden, y hacer terribles penitencias, y mortificaciones, le dio después larga enfermedad, y con ella gran resignación e incontrastable paciencia. No se le oyó palabra de queja, o sentimiento, siendo sus males en extremo graves (...). Fue su tránsito feliz viernes a veinticinco de octubre de este año de trece en que vamos [1613] (...) no son fáciles de referir las demostraciones de afecto, y veneración que con él todos hicieron [se refiere el cronista a destacados mercedarios y nobles].”

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