Te busco, noche, y te encuentro
toda teñida de plata.
Alta gracia de la dama
que siempre anda a mi acecho.
Te encuentro, noche, helada
aun cálida en este estío,
combinando mil destinos
y calles desangeladas.
Solo Satie me acompaña
con un piano cadencioso;
pasar… pasa alguien, solo,
y nubes almidonadas.
Ginebra y agua tónica
-algo para mis adentros-;
no me atrevo, por modesto,
a contravenir tu norma.
Y tú, teñida de plata,
no esperas más compañía
que una lenta sinfonía
y la gracia de tu dama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario