miércoles, 18 de julio de 2012

A la deriva


Cuando se está en la playa se pueden hacer varias cosas: tomar el sol, charlar, reír, leer, tirar para el chiringuito, darse un chapuzón, contemplar el paisaje, contemplar los "monumentos", aburrirse... En fin, dos o tres cosillas. Pero como mis amigos y yo somos tan modernos, no se nos ocurrió nada mejor que alquilar un catamarán. Y allá que nos encaminamos hasta la base una tripulación inmejorable compuesta por Punti, Pollo, mis sobrinos Carmen y Javier, y un servidor.

             El barquito echó a navegar y todo fue genial; aquello corría como un vespino y nosotros íbamos que lo flipábamos. Y lo digo en serio; realmente nos entusiasmó, y tengo que confesar que mientras recorríamos la línea de playa de un lado para otro (a aproximadamente 1 Km. de distancia) pude experimentar siquiera vagamente esa sensación de libertad que dicen invade a los marinos. Ahí me podéis ver, timón en mano surcando los mares como si fuera el capitán Nemo. Una experiencia realmente excitante y recomendable.

            Pero... Llegó la hora de entregar la embarcación y cuando pusimos rumbo a la playa... ¡No había dios que fuera capaz de encaminar el dichoso barquito hasta la base! Que si cambia esta vela, que si tira de esa cuerda, que si echa para allá el timón... ¡Qué sé yo! el catamarán no avanzó más que unos pocos metros cuando había pasado ya casi otra hora más de la estipulada. Ya desde mucho antes teníamos claro que el remate de la aventura era una operación de "Salvamento Marítimo". Y fue mi cuñado Jose el "vigilante de la playa" que desde tierra advirtió que algo no iba bien, por lo que resolvió avisar al tío que nos alquiló el cacharro aquel. El final no pudo ser más bochornoso: aquel hombre se acercó hasta nosotros -con un más que comprensible cabreo- en su propio catamarán, desde el que nos "abordó" para coger el mando del nuestro. Entonces volvimos a tierra en un periquete, con sensación de ridículo, pero... ¡aguantando la risa como pudimos, qué leches! En fin, que yo creo que estamos para participar en las regatas de Londres 2012 con serias aspiraciones de medalla...

4 comentarios:

  1. Seguro que no fue la falta de destreza, sino la gran "resaca" que había ese día...

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  2. seguro que si le hubieseis dejado el mando a Carmen os hubiera sacado del lío!!. la próxima vez me apunto. besos. Almudena

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  3. ¡La tripulación no tiene desperdicio alguno!

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