sábado, 14 de abril de 2012

La historia de un fracaso

"España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia." Así comenzaba la Constitución de 1931, la de la II República que se instauró en España hace hoy ochentaiún años. Una frase muy bonita y que sin duda hubiera servido para construir una arcadia en nuestro suelo si no fuera porque en aquella República también hubo políticos "de toda clase", sobre todo de la mala. Sí, amigos, la II República fue una verdadera ocasión perdida para modernizar España, para instaurar el Estado de Derecho que tanta falta nos hacía, para transformar la economía rural imperante en aquel momento, para situar la sociedad a los niveles culturales de Europa, para acabar con tanto mangoneo de clases privilegiadas... Pero fallaron justamente quienes debieron tener la altura de miras suficiente como para protagonizar aquella transformación tan necesaria. Recuerdo hoy con cierta nostalgia las charlas que mantuve con mi profesor D. José Manuel Macarro, verdadero conocedor de esta etapa de nuestra historia que siempre me ha apasionado, y cómo me señalaba siempre que las bases del sistema eran sensatas, que podía haber sido verdad, pero que el invento se lo cargaron políticos radicalizados para los cuales la democracia no era un valor universal. Y por eso, la derecha atroz de la CEDA fulminó a su propio ministro Manuel Giménez Fernández -sevillano, por cierto- porque quiso continuar con lo que tuvo de acierto la reforma agraria que expropió a los terratenientes; por eso el PSOE le hizo la vida imposible a Julián Besteiro -socialista de siempre-, por su carácter conciliador, y provocó la revolución de Asturias en el 34 ¡contra el propio Estado! Y tantas y tantas cosas más... (Inciso: mi profesor Macarro fue diputado autonómico del PSOE; lo digo por si alguien piensa otra cosa...). Así ocurrió realmente, y lo que pudo ser no lo fue por políticos cretinos de uno y otro signo. Por eso, sólo dos años después de la proclamación de la II República, ya Ortega y Gasset advirtió "no es esto, no es esto...". Lo que ocurrió después no fue sino consecuencia de lo primero. Qué pena...

3 comentarios:

  1. España ha sido, es y será siempre diferente. No se, si aqui los Gin-tonic estan mas fresquitos, el jamon es un manjar o quizas las putas den mas gusto que en otros sitio...

    Tal vez mi comentario sea demasiado "grafico-osceno", pero es una realidad del día a día en nuestros politicos.

    Que pena... como tu bien dices en el cierre de tu articulo Juan, y que lastima que nuestros politicos ( y no todos), se tengan que llevar cinco años estudiando en la facultad de ciencias politicas para que al final acaben haciendo lo que hacen, beber gin-tonic fresquitos, comer todo el jamon que puedan y fornicarse a una puta de vez en cuando.
    Gracias como siempre Juan por tus articulos.

    ALFONSO C. SANCHEZ HUERTAS.

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    1. En defensa de mi titulación diré que en la facultad de CCPPA adolescemos de políticos, quizás por eso esten así las cosas.

      PD: hoy también es el día de "San Telmo"

      Rafael J.

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  2. Eso es como toda en España... La idea del estado de las autonomías era buena, muy buena, hasta que metieron la mano tantos y tantos politicuchos; convirtiendo a nuestra nación en un país de 17 reinos de taifas con sus 17 jefecillos de estado y su corte de paniaguados e inútiles dados a la camelancia y el enchufismo.

    Como bien dices el final de la II República Española todos lo conocemos, penosamente acabó cuando un hombre oriundo de Galicia, que con su mano derecha decía cómo de alto quería ser, hizo dos cosas por España, una buena y otra mala; la buena que puso orden, la mala que puso su orden.

    Saludos desde el territorio luso.

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