Hace unos días, rebuscando por el universo Youtube, encontré una canción que hacía
más de veinte años que no escuchaba. Joe
le taxi me la descubrió -como tantas otras- mi hermano Manolo. Tendría yo
14 ó 15 años, un gusto musical en fase de moldeado y mil horizontes por otear. Recuerdo
perfectamente que me dijo "escúchala; es de una chavalita francesa que se
llama Vanessa Paradis. Te va a gustar". Y vaya si me gustó... Porque la
canción es una preciosidad cantada por la voz de un ángel. Escuchadla y juzgad
vosotros mismos. Se grabó en 1987 y sirvió para lanzar internacionalmente a la
que luego se convertiría en consolidada cantante y actriz.
Cuando
volví a escucharla, inevitablemente surgieron en mi interior recuerdos de los
tiempos de adolescencia. Recuerdos imborrables... de un ansia terrible por
hacer cosas imposibles; de las primeras cervecitas en el bar Lechuga; de cuando
canciones como ésta se escuchaban en vinilo y en casete; de los años de
Bachillerato y del maravilloso año de COU en el Instituto Los Alcores, con
inolvidables profesores a los que por supuesto hablábamos de usted; de aquellas
inefables fiestas de Navidad en la cochera de Manolito el Bato, toda cubierta
de bolsas negras; de mis primeras borracheras -para qué lo vamos a ocultar...-;
de las noches veraniegas en los chiringuitos de La Tablá; de El Cielo y La
Nueva Orden en invierno; de mis primeros y estériles enamoramientos; de mi
primera novieta; de cuando mi padre me dio una llave de casa y me dijo "no
te pongo hora de vuelta, pero tú sabrás lo que haces..." -¡qué crack!-; de
tantos domingos con toda la familia en el campo; de mi Vespino ALX rojo; de los
dichosos barrillos que cubrían mi frente y me tenían amargado; de braquets en los dientes; de cuando
vivíamos sin móvil... y todo el mundo quedaba;de cuando tenía 500 pesetas -¡¡3 euros!!- para el fin de semana... y me
sobraba; de aquel fascinante viaje a Italia por el fin del Bachillerato; de...
tantos y tantos momentos y situaciones concretas...
Pues
esta canción fue una de las bandas sonoras de aquellos años de adolescencia,
que no sé si serían los mejores como muchas veces se dice. Pero algo tendrán
cuando tanto se añoran...
Entre las sublimes piezas que Miklos Rozsa compuso
para la banda sonora de la monumental Ben-Hur,
me llamó poderosamente la atención, por su belleza, ésta que os adjunto. Lleva
por título La Estrella de Belén y es
la que suena en la primera secuencia de la película, cuando los Magos de
Oriente llegan al portal tras seguir a la estrella que les guía y adoran al
Niño recién nacido. Apoteosis de la Epifanía acompañada de una maravillosa
partitura. Servidor tiene por costumbre desde hace algunos años escucharla en
la noche de cada 5 de enero, cuando se está imbuido de la magia y la ilusión
que acompañan el momento. Y es entonces, al escuchar esta bellísima melodía,
cuando empieza a plantearse medio en serio que algo anormal ocurre en esa
noche. ¿De dónde procede esa alegría que embarga a todos?, ¿de dónde viene
tanta ilusión en pequeños y mayores?, ¿de dónde tanta emoción?... Bien pronto
-quizás cada vez más pronto- nos dicen que los Reyes Magos no existen, que en
realidad son los padres. Pues qué queréis que os diga, pero la única certeza en
todo esto es justamente lo contrario de lo que se nos dice; porque, ¿hay por
ahí alguien que pueda afirmar con rotundidad que sus padres son Reyes Magos?...