jueves, 8 de marzo de 2012

Las manos de Dios

            Ahora que son los días del Nazareno, le rindo mi particular homenaje con estas líneas extraídas de la XXII Exaltación de la Saeta, que recité hace tres años:

            Cuando despunta el Viernes Santo, la saeta rompe albores mientras Jesús Nazareno, zancada a zancada, va caminito del Calvario.

            Déjame hablarte, Señor, déjame lanzar mi particular saeta a tu divina fortaleza, déjame cantar al supremo sacrificio de tu bondad. Porque cuentas tus primaveras por siglos, y sigues saliendo de tu casa con la ilusión de un chiquillo. Y mira que es difícil, Señor... Pero ahí están los corazones empeñados de tus hijos, que echan la casta de un Cirineo mientras les pones los ojos vidriosos con el aroma almibarado de tu dulce aliento.

            Llevas tanto tiempo entre nosotros, Señor, que, como los buenos abuelos, tienes una gran familia que te venera con la pasión de sus verdades más sagradas. Arrastras tras de ti corazones encendidos con la candela de la luz que corona tu mirada, almas entregadas que saben que pueden encontrar en ti el aguinaldo de la fuerza diaria; almas que saben que tu viejo convento es un trocito de cielo donde disfrutar, para siempre, de tu presencia.

            En tus ojos desfallecidos encontramos la fuerza rompedora que desempolva el recuerdo de tanto día y tanta noche al calor de tu historia. Porque ahí están tus manos, curtidas en siglos de refrescar la salud de los visueños y siguen vigorosas enseñándonos cómo hay que agarrar el clavo ardiendo de la esperanza. Como la anciana mujer que, no esperando más venturas de su vida, te musita su piadosa saeta al pasar Tú por su puerta: "Ay, ay Señor, que el año que viene te vuelva a ver".

            Cada zancada tuya es una vida; cada mirada, una emoción; tu fuerza, nuestro sostén. Por eso, Jesús Nazareno, sabe muy bien el saetero que cuando te canta a ti, le canta al mundo entero.  

                                               Mañana de Viernes Santo,
                                               rompe albores la saeta
                                               caminito del Calvario.


4 comentarios:

  1. ¡Qué bonito!
    ¿Cuánto tardarás en dar el si al Pregón?
    Un saludo.

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  2. Juan Guillermo Bonilla10 de marzo de 2012, 12:29

    Me alegra que te haya gustado, Javier. ¿Que cuándo daré el sí al Pregón dices? ¡Pero si ni siquiera he tenido la ocasión de decir no! Bromas aparte, las cosas llegan a su debido tiempo. Y la verdad es que me alegro enormemente de no haberlo dado aún, porque, ¿sabes?, para estos menesteres las personas somos como el vino: cuanto más añejo, mejor. Gracias por tu interés y por visitar mi blog. Saludos.

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  3. Es verdad, aguanta lo que puedas, pero no mucho, que algunos estamos desando que lo seas.
    Un saludo y disfruta los días venideros, que son para nosotros los cofrades.

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  4. A quien le competa, que no tarde mucho más en llamar a la puerta de tu casa para el pregón... ¡¡¡algunos estamos deseando!!!

    Un saludo!

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