Cuentan que por
cuaresma,
al
azahar que florecía
le
dijo el nardo en porfía:
quédate
la primavera,
que
a mí septiembre me espera;
para
ti Cristo en su Pasión,
para
mí la Madre de Dios,
que
no hay en la vida nada
como
ser de Ella fragancia
cuando
reina sobre el Alcor.