Hace ya un puñado de
años, cuando para escuchar buena música -y más aún música clásica- había que
comprar discos, adquirí uno con varias obras de uno mis más dilectos
compositores, Claude Debussy. Lo hice casi a ciegas, quiero decir, sin haber
oído previamente las piezas que en el mismo se presentaban. Simplemente quería
dejarme sorprender una vez más por la genialidad del gran Claudio de Francia. Y
no solo me di con un canto en los dientes, sino que en aquel cd descubrí la que
a la postre se convertiría en una de las piezas capitales de la banda sonora de
mi vida.
La damoiselle élue es
un poema de Dante Gabriel Rossetti, con estrofas realmente conmovedoras,
La señorita elegida se apoyaba
sobre
la baranda de oro del Cielo,
sus
ojos eran más profundos que el abismo,
de
las aguas serenas en la noche
tenía
tres lirios en la mano
y
siete estrellas en los cabellos.
que Debussy termina
de dar lustre con una música melancólica y evocadora, con la magia que pocos
como él supieron dar a las cuerdas y al tratamiento de las voces. Apenas veinte
minutos de escalofrío para cantar al amor eterno que clama una elegida dama:
Entonces, le pediré a Cristo Nuestro Señor,
este
gran favor, para él y para mí,
solamente
vivir como antes sobre la Tierra:
en
el Amor; y estar para siempre,
como
entonces por un tiempo,
juntos,
yo y él.
P.S.: con mi
sincero agradecimiento a Simón Garceso, por la traducción.